Capítulo 1
No vamos a hablar de las ventajas de internet, pero es gracias a una de ellas que nos encontramos con un puñado de historias que bien vale la pena compartir con todos.
Navegando en la web, el treintaitresino Gonzalo Zorrilla, hoy trabajando por Colombia, al frente de un prestigioso instituto norteño de estudios agrícolas, tuvo contactos de esta página que lo retrotrayeron a su vinculación primaria con Charqueada. Era justamente el bus estudiantil municipal de su época con José Leandro Quirque al volante, lo trasladaba junto a sus hermanos, desde el establecimiento de sus padres por ruta 17 hacia 33 a cursar los estudios escolares y secundarios.
Carta va, saludo de conocidos viene, impulsaron a que Gonzalo, aportara algunos recuerdos de esa época, junto a su propuesta de homenaje a don José Leandro Quirque.
Los invitamos ahora a recorrer junto a nosotros, esas líneas (que prometen ser más) y porque no empujar entre todos, para el reconocimiento a esa tarea del chofer institución de esa época, tarea que parece ser especial para hombres de esa talla, porque en el conocimiento de quienes han continuado con la tarea, hemos visto similares características de "padre de 40 gurises ajenos rumbo al estudio" poniendo todos la misma responsabilidad y amor en ello.
Relata Gonzalo Zorrilla
Se me vienen una cantidad de nombres a la cabeza con quienes compartimos la ruta: Malala Jorge, Juan Carlos Niz, José Cuello, el “Flaco” Muníz, Dinorah Banegas, Elsa Caubarrere, Clarita Libater, Ema Muniz….y cantidad que recuerdo sus caras pero no sus nombres. Esta oportunidad de revisitar mis recuerdos me empuja a escribir algunos de ellos, seguramente muchos ex –viajeros del ómnibus se sentirán transportados a aquellos hermosos tiempos:
1) Los primeros años en el Ómnibus de los Estudiantes: Empecé a viajar en tercero de primaria con 7 años de colado, ya que el ómnibus era para liceo y UTU. Mis padres pagaban el costo para que me llevaran al Colegio de las Monjas en Treinta y Tres. Además de ser niño era de por si muy chiquito (sigo siendo) y al principio Don José me hacía sentar entre la “Gorda Malala” que es varios años mayor que yo y otra muchacha que no recuerdo su nombre. Con Malala aprendí todas las malas palabras que todavía no sabía….En esos tiempos el último día del año era un relajo ya que era la única vez que Don José nos dejaba hacer cualquier cosa. El punto culminante era al pasar frente al cementerio en donde indefectiblemente el hombre se sacaba su gorra y dejaba al descubierto su lustrosa calva. Ahí todos le tirábamos a pegar con rollitos de papel, era como pegarle al león, pero sabíamos que ese día no pasaba nada. También ese día se hacia una rifa dentro del ómnibus, rifábamos a Malala!
2) El último asiento: con los años fui pasando hacia atrás y ya en el liceo compartía el último asiento con mi hermano Hernán, José Cuello que subía en la CIPA, Juan Carlos Niz y otros. Esa era la zona caliente del ómnibus ya que era en donde de alguna manera podíamos evitar el ojo de águila de Don José. Jugábamos interminables pulseadas, leíamos aquellas “foto novelas” que algunas muchachas traían y si lográbamos que nos las prestaran las compartíamos allá atrás. Éramos también los administradores de las “banquetas” de lona con patas de catre que se almacenaban atrás del último asiento y que a medida que el ómnibus se iba llenando al acercarse a 33, se iban colocando en el pasillo. Allá por el empalme o por lo de Obispo empezaban a volver porque ya no había lugar y los del pasillo debían pararse. Los flacos largos de liceo tenían que doblarse sobre los asientos ya que la “bañadera” era bajita (aunque yo siempre pude caminar dentro de ella sin agacharme…). En ese último asiento el ambiente se volvía asfixiante en algunos tramos del camino, especialmente en el “Repecho de Shefferis”. Lo viejos recordarán que viniendo hacia Charqueada era un repecho muy empinado y con piedras de punta que quedaron de un asfalto que dicen se hizo por la década del 50 y que nunca conocimos. Para poder sortearlo con elegancia, Don José le metía pata al Studebakker en la bajada y aquello sonaba como que se iba a desarmar. Con la vibración generalizada, la tierra acumulada adentro y la que entraba por el piso de tablas iba generando una niebla interna. Luego llegaba el repecho y los gemidos cada vez más desesperados del carromato queriendo llegar a la cumbre, con lo cual un humo gris de gasoil se filtraba allá en el fondo. Esa mezcla de tierra con humo ponía las cosas muy interesantes, sin tener ventanas para abrir por supuesto, ya que ninguna se movía.
3) La merienda: En los primeros años el ómnibus iba de tarde al pueblo, yo almorzaba a las 10:30 de la mañana y Don José pasaba puntualmente a las 11:20. Salíamos de vuelta de Treinta y Tres a las 6 de la tarde y mis hermanos y yo nos bajábamos a las 7 de la tarde. Pero la gente de Charqueada salía a las 10 y media y volvía a las 8 de la noche y por lo tanto todos llevaban meriendas preparadas para el regreso. No sé porque nuestra madre nunca nos preparó merienda y por lo tanto ya salíamos de Treinta y Tres muertos de hambre. Luego de algunos kilómetros de recorrido y cuando el ómnibus ya se había vaciado un poco los compañeros de Charqueada empezaban a sacar sus meriendas y a comer y recuerdo mi estómago retorciéndose de ganas. Cuando siento el aroma de mortadela con galleta de campaña siempre me acuerdo del ómnibus porque era el menú más común que inundaba el ambiente y que en esos momentos consideraba un manjar de los dioses (lo sigue siendo). Bueno Walter, el feliz encuentro con el Semanario del Río me ha permitido desempolvar rincones de recuerdos muy queridos, que con gusto comparto contigo y si quieres con la gente que le pueda interesar en La Charqueada. Insisto en que algún sencillo reconocimiento debería hacerse a Don José Leandro Quirque por esa tarea titánica que durante tantos años realizó y que a muchos nos permitió estudiar y progresar en la vida.
Un abrazo, Gonzalo
Gracias a tí Gonzalo, por compartir con todos nosotros, esos tan lindos recuerdos que estan metidos en esa "institución" que es el omnibus de los estudiantes de Charqueada.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario